Lee la siguiente crónica del escritor argentino Roberto Arlt y resuelve las cuestiones
El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular
Ensalzaré con esmero el benemérito “fiacún”. Yo, cronista meditabundo y aburrido, dedicaré todas mis energías a hacer el elogio del “fiacún”, a establecer el origen de la “fiaca”, y a dejar determinados de modo matemático y preciso los alcances del término […] No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez:
- Hoy estoy con “fiaca”.
O que se haya sentado en el escritorio de su oficina y mirando al jefe, no dijera:
- ¡Tengo una “fiaca”!
[…]
De ello deducirán seguramente mis asiduos y entusiastas lectores que la “fiaca” expresa la intención de “tirarse a muerto”, pero ello es un grave error.
Confundir la “fiaca” con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo. Exactamente lo mismo.
[…]
Y, hoy, el “fiacún” es el hombre que momentáneamente no tiene ganas de trabajar […]
Aclaración. No debe confundirse este término con el de “tirarse a muerto”, pues tirarse a muerto supone premeditación de no hacer algo, mientras que la “fiaca” excluye toda premeditación, elemento constituyente de la alevosía según los juristas. De modo que el “fiacún” al negarse a trabajar no obra con premeditación, sino instintivamente, lo cual lo hace digno de todo respeto.
ARLT, Roberto. Aguafuertes porteñas. Buenos Aires: E. Santiago Rueda Editor, 2005, p. 47-49. (Fragmento)
De acuerdo a la crónica, fiaca es lo mismo que