“Pero más frecuente es lo expresado por el poeta Heinrich Heine en uno de sus textos. Según nos manifiesta con filosa ironia, resulta más fácil simular que uno renuncia al desquite que hacerlo efectivo desde la profundidad del alma. Con engañosa humildad desnudó lo siguiente: Mi naturaleza es la más pacífica del mundo. Todo lo que pido es una casita sencilla, una cama decente, buena comida, algunas flores frente a mi ventana y unos cuantos árboles junto a la puerta. Luego, si el buen Dios quiere hacerme completamente feliz, podría hacerme gozar del espectáculo de seis o siete de mis enemigos colgados de esos árboles. Yo les perdonaría todos los agravios que me hicieron, puesto que debemos perdonar a nuestros enemigos. Pero luego que los hayan ahorcado. ” AGUINIS, M. El placer de la venganza. Letras Libres- 2004
La palabra “luego” en negrita podría ser reemplazada sin pérdida de sentido por