“La proteica historia (desde la transmisión oral de relatos, que preservaba estructuras míticas
en las primeras sociedades, hasta la onda expansiva que renovó al cuento en 1842 de la mano de
una reseña de Edgar Alan Poe) y el cruce de las fronteras genéricas (la recurrente mención de las
relaciones entre el cuento y la novela, la poesía y, en ocasiones, el drama) sugieren que tal vez
una de las constantes en las aproximaciones al estatus genérico del cuento sea la capacidad de
problematización de sus supuestos. Si convenimos en aceptar esta hipótesis de trabajo, la teoría
-entendida como voluntad de reflexión y discernimiento y como elaboración de un marco general
de abstracción que permita identificar un modelo para el análisis- es inherente al estudio del cuento.
El espacio de estas reflexiones sobre el proceso del cuento hispanoamericano en el siglo XX está
construido con base en los escritores y los críticos. Por un lado, existe en Hispanoamérica una firme
tradición en la que los mejores cuentistas (Horacio Quiroga, Julio Cortázar, más oblicuamente
Jorge Luis Borges) se han pronunciado no sólo sobre la escritura, sino sobre la escritura de cuentos.
Ésta es la primera exploración que plantea mi lectura: ¿cuáles son algunas de las coordenadas
que estos escritores han propuesto para el cuento y cómo han afectado su estudio? La segunda
búsqueda tiene que ver con la atención crítica que el género ha recibido en los últimos años. Mi
propuesta es leer estos aportes como una continuación de la operación que los escritores habían
iniciado (y que ha tenido continuidad): delimitar un campo literario reconocible para la producción
y el estudio del género (…)”.
Pablo A. J. Brescia. La teoría del cuento desde Hispanoamérica. p. 600. Disponible en http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/
pdf/13/aih_13_3_078.pdf. Fecha de consulta: 24 de noviembre de 2016.
A partir de la lectura y de las informaciones acerca de la teoría del cuento en Hispanoamérica,
se puede afirmar que